- En Dinamarca todas las cerraduras giran invariablemente en dirección contraria a lo que te indica tu instinto.
- Las crías de los bípedos daneses acostumbran a dormir al fresco dentro de sus cochecitos (y con “al fresco” me refiero a 1 o 2ºC) mientras sus progenitores comen o compran en el interior de los establecimientos.
- Los daneses son un pueblo apacible hasta que se suben a una bici y el ciclista de delante de ellos se olvida de indicar que va a detenerse.
- Un paraguas es un artilugio superfluo que sirve para distinguir a los turistas de los locales. Dado que mi ama rompió el suyo en su primer paseo por Copenhague, lleva tres semanas siendo danesa.
- El equivalente danés de Boots se llama Matas, lo que para un hispanoparlante resulta muy poco tranquilizador.
- Mientras en los demás países la leche se agrupa en entera, semidesnatada y desnatada, en Dinamarca la cosa va por porcentajes: 0,1, 0,3, 0,5, 1,5, 1,8… Mi humana todavía no tiene muy claro si compra leche o agua blanca.
- El té de membrillo es una realidad.
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