Tengo entendido que volvemos a estar inmersos en esas fechas
tan señaladas en las que llenarse de orgullo y satisfacción. En los últimos
días, tras cubrir kilómetros en el bolso de mi ama sin salir de la ciudad
mientras recorríamos en bucle un sinfín de tiendas, he decidido realizar mi
aportación personal al arsenal de ideas para obsequios navideños que abarrotan actualmente
los escaparates: en Reyes, regale ardillas.
Evidentemente con esto no me refiero a que salgan corriendo
a capturar a mi pariente en libertad más cercano. Con una Volunti padeciendo
las humanadas de mi dueña es más que
suficiente. Hay otras posibilidades de poner una ardilla en su vida dado que somos
mucho más recurrentes de lo que podría parecer. Es lo que tiene ser adorable.
Opción 1: ardillas para llevar.
Todas las ardillas son portátiles por definición, pero
algunas lo son más que otras. Si desea sorprender a su pareja con un presente
original e inesperado, olvídese de los diamantes: dígalo con roedores. Las
ardillas somos juguetonas pero previsoras (como sabrá cualquiera que conozca mi
fijación por atesorar castañas y bellotas) así que siente las bases para una
relación emocionante y estable a través de una de nosotras. ¡No se arrepentirá!
Opción 2: ardillas útiles.
Las ardillas valemos para todo: podemos adornar la solapa de
un abrigo, pender de un árbol de Navidad o custodiar los secretos de nuestros
propietarios. Súmese al movimiento roedor: 9 de cada 10 humanos no cambiarían a
su ardilla por nada del mundo, y el décimo es solamente porque ha desarrollado alergia
al pelo animal.
Opción 3: ardillas para admirar.
Además de entrañables, las ardillas somos criaturas
objetivamente bonitas (y el hecho de que yo sea una ardilla no afecta en
absoluto a mi objetividad en la materia). Cualquier esteta que se precie no debería
prescindir de tener una ardilla decorando su hogar, aunque hay que reconocer
que en ocasiones cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Elija
a la ardilla que mejor combine con la funda de su sofá y aporte un toque de
distinción a su sala de estar.
Opción 4: ardillas pardillas.
Si, a pesar de todo lo anterior, decide rechazar imitaciones
y adoptar una ardilla de carne y hueso, imploro humildemente que no lo haga a
la danesa: ¡o se busca un roedor completo o nada de poseerlo por partes!
¡Buena suerte y felices Reyes!