domingo, 5 de junio de 2016

Sit tibi terra levis

Hay palabras por escribir. Palabras que no quieren salir, que se enquistan en las garras y se adhieren a la caja torácica para ponerle la zancadilla a los latidos del corazón. Palabras que resecan los ojos, crispan las manos y endurecen el perfil de una mandíbula. Palabras inconexas, etéreas, sin destinatario:

La han llevado a críticos. Familiares de XXX, acudan para informar. Está sola del otro lado de la puerta. No he podido despedirme. ¿Qué fue lo último que le dije?
Irreversible. Hemos hecho todo lo posible. Hay que ir haciéndose a la idea. Id a descansar un poco. Nosotros hacemos el primer turno.
¿Alguna novedad? Dicen que ha abierto los ojos, ¿es verdad?
Estamos en la primera planta. Nos oye, pero no nos entiende. Está sedada. No tiene dolor. Es cuestión de tiempo.
No me lo puedo creer, si ayer estaba bien. Sí, fue de repente.
Me voy a casa. Qué suave tienes el pelo. Por si no nos vemos antes: buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Se acabó.
¿Está libre? Al hospital, por favor.  
¿Cuánto hace? ¿Ya vienen a llevársela? Todavía estaba caliente cuando le puse la mano en la frente.
Llevo dos noches olvidándome de cenar. Deberías comer algo. No tengo hambre.
Lo siento mucho. Os acompaño en el sentimiento. Mi más sentido pésame. Hablaba mucho con ella. Era muy mayor. Es lo que toca. De esto nadie escapa. Vivió una buena vida. Al menos no sufrió. Tuvo una buena muerte.
Gracias por venir. Cuánto tiempo, siento que sea en estas circunstancias. Cómo habéis crecido, estáis desconocidos. Muchas gracias. Qué bonitas flores.
No voy a llorar. Hay demasiada gente a la que consolar a mi alrededor, tengo que aguantar. Soy la nieta mayor. Debo estar entera. ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras? Ojalá supiera cómo aliviaros. Sólo puedo abrazaros, pero no es suficiente. Tengo miedo de que os rompáis.
Os lo agradezco sinceramente pero no vengáis, en serio. Sé que estáis conmigo en espíritu. No quiero pararme a pensar si yo también necesito consuelo. Ahora mismo soy un autómata: no siento nada.
¿Pero qué hacéis aquí? ¿No os dije que no vinierais? - ¿Desde cuándo te hacemos caso?

Desde hace unos días este blog tiene una lectora menos.
Y sí, quedan palabras por escribir, pero su volumen nos sobrepasa de tal modo que por ahora solo alcanzamos a inventariarlas y regurgitarlas, sin elaboración. Asfixia por sobreexposición vital, supongo. De todas ellas, mi dueña lleva días aferrándose tenazmente a una que no se le va de la cabeza. Cuando todas las demás hayan salido, sabe que esa permanecerá.
Ella era la única persona que la llamaba larafuzas.

Que la tierra te sea leve.