A lo largo de mis ya siete años de convivencia
con homínidos he observado que los simios son aficionados a crear frases y
expresiones hechas que resumen la sabiduría adquirida a través de generaciones: Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, Los árboles no te
dejan ver el bosque, Hacer leña del árbol caído, y un largo etcétera.
Como buena ardilla lógicamente me intereso
más por los refranes que afectan a mis fuentes de sustento, pero en las últimas
dos semanas mi dueña ha estado dándole vueltas a un proverbio desconocido para
mí, quizás porque no habla de especies vegetales: hacer de la necesidad
virtud. Según he leído, esas cinco palabras invitan a tolerar con paciencia lo que no se
puede remediar. Invitan a nadar con la marea en lugar de contra ella, como decíamos en
Encomienda.
Nada de lo que ha venido sucediendo estaba previsto. Nadie se
imaginaba que nuestras vidas se pondrían patas arriba en tan poco tiempo. No se
nos había pasado por la mente abandonar Bath precipitadamente, y menos en un
escenario apocalíptico como el que vivimos hace dos semanas. Volver a casa era
un prometedor horizonte a meses vista, un vuelo con billete de ida y vuelta.
Resultaba – y aún resulta – inconcebible que una estrella tan brillante pudiese
apagarse tan de repente. Se nos había olvidado la fragilidad inherente al
concepto de equilibrio.
Hubo un tiempo en que mi ama era capaz de
ver el lado positivo de cualquier situación, incluso de un intento de atraco en
un parque en pleno día, pero esto mejor lo dejo para otro momento. Al fin y
al cabo, la educaron sendos adalides del análisis exhaustivo y la fe
inquebrantable. Tal vez este viaje de retorno al origen sea una oportunidad
para desempolvar aquella versión 1.7 del año 2000. Porque aunque sea imposible extraer
el lado bueno de una de las circunstancias concretas que está viviendo, mi
dueña también es consciente de que su hermana postiza habría querido que ella eligiese
la luz.
Así pues, luz ahora mismo es tener tiempo
para estar con los suyos, más tiempo del que había podido pasar con ellos desde
2016. Luz son las amistades que resurgen de modo inesperado y las que se
estrechan cuando la vida se pone cuesta arriba. Luz son los pasos de danza en
el salón, las partidas de dominó sobre la mesa camilla, los aplausos a las ocho
de la tarde y las películas por la noche en el sofá. Luz son las promesas de abrazos
y reencuentros, sucedan cuando sucedan. Luz, a lo mejor, es dar un frenazo en
seco para pararse a evaluar si ante ti hay un sendero o un muro.
Luz es tener la certeza de que en momentos
oscuros la esperanza es la única opción posible.
Sab kuch milega.