viernes, 9 de enero de 2015

Perplejidades danesas

Pequeño inventario ardillil tras cuarenta y ocho horas en Copenhague.
  • Todos los daneses se llaman Kasper hasta que no se demuestre lo contrario. Y cuando se demuestra, entonces se llaman Jan.
  • Las perchas de los baños femeninos del aeropuerto de Copenhague han sido colocadas por un trabajador masai montado sobre una jirafa.
  • Los ciudadanos daneses, a efectos de transporte metropolitano, se dividen en adultos, niños, perros y bicicletas.
  • En Dinamarca la lateralidad es importante. A un lado, un kilo de Nesquik cuesta 20 coronas. Del otro lado de la calle, medio kilo de Nesquik cuesta casi 40.
  • La tradicional novatada a un nuevo inquilino cuando el actual está ausente incluye dejar el lavavajillas lleno hasta los topes de loza sucia para que la recién llegada se vuelva loca buscando los vasos.  
  • Para hablar danés, cójanse unas cuantas letras, barájense como se desee y pronúnciese de la forma más improbable posible. 
  • Las tomas de luz en los plafones de los techos de las casas antiguas son totalmente innecesarias puesto que Dinamarca se distingue por su cantidad de horas diarias de sol.
  • Las ardillas con abrigos de piel natural estamos mucho mejor adaptadas para sobrevivir a los inviernos daneses que sus dueñas, por muchos abrigos y edredones de plumas que se pongan encima.