Es domingo por la tarde en Nueva York. El viento sopla con un poco más
de calidez que en los últimos dos días y en el salón de casa resuena Beirut. Mi
ama está ocupada limpiando, y yo he aprovechado que se ha dejado el ordenador
encendido para acercarme a él sibilinamente y escribir esta breve nota.
Mi dueña me ha castigado. En un descuido mío ha descubierto el blog, ha leído todas las entradas y se ha molestado conmigo. Le ha parecido especialmente indiscreto que publicase October Tenth a mediados de la semana pasada, aunque yo diría que lo que realmente le ha dolido es que criticase su talento literario. En represalia, ha cambiado todas las contraseñas de acceso al sistema operativo, y llevo desde entonces intentando crackearlas. De Houdini a hacker en tres semanas, qué cosas.
Mi dueña me ha castigado. En un descuido mío ha descubierto el blog, ha leído todas las entradas y se ha molestado conmigo. Le ha parecido especialmente indiscreto que publicase October Tenth a mediados de la semana pasada, aunque yo diría que lo que realmente le ha dolido es que criticase su talento literario. En represalia, ha cambiado todas las contraseñas de acceso al sistema operativo, y llevo desde entonces intentando crackearlas. De Houdini a hacker en tres semanas, qué cosas.
Creo que tendré que ir a recolectar unas cuantas castañas para
ponérselas bajo la almohada, a ver si así me perdona. Prometo seguir
escribiendo en cuanto pueda.
¡Desconecto, que viene!