domingo, 30 de septiembre de 2012

Back to School (Day 1)

¡Menuda nochecita que me dio mi ama el domingo pasado! ¡Venga a dar vueltas! Debía de estar inquieta por algo, aunque eso no es excusa. Las ardillas tenemos muy mal genio si no nos dejan dormir, así que cuando me harté de que me arrinconase contra la pared le di un mordisco en una oreja y la desperté.

Cuando por fin nos levantamos resultó que estaba nerviosa porque tenía que volver al edificio que inspeccionamos en nuestro primer día en la ciudad y le preocupaba liarse con los trenes. He de decir en su defensa que no puedo culparla del todo porque el metro en este sitio es un poco retorcido. Incluso cuando crees tenerlo todo controlado, de pronto un tren que debería haber sido exprés se convierte en local, o viceversa. A los humanos les encanta complicarse la vida.

El caso es que nosotras salimos de casa con tiempo de sobra, muy repeinadas y arregladitas para causar buena impresión (aunque como yo iba escondida en el bolso de mi ama me despeiné un poco). Mi dueña iba todo el rato jugueteando con algo, ya fuera con el colgante con forma de flor que llevaba alrededor del cuello o con sus pendientes de plata y azabache, hasta que empecé a revolverme para que se estuviese quieta y no se arrancase una oreja.

Por fin, tras tantas prisas y ansias por llegar pronto, mi ama llegó incluso demasiado temprano. Lo suficiente como para tener que quedarse esperando a que alguien viniese a abrir. Al menos esta vez no metió la pata e intentó entrar en otra oficina por equivocación. Finalmente apareció una persona de Recursos Humanos para hacerse cargo de mi correspondiente humana. Qué graciosas son las nomenclaturas de estos bípedos, no me imagino a los de mi especie creando un departamento de Recursos Ardilliles.

La señora de Recursos Humanos sentó a mi ama en una sala de juntas y pronto llegaron otros simios tan perdidos como ella. Lo que siguieron fueron cuatro horas de bienvenida y orientación laboral a las que francamente no presté demasiada atención porque las ardillas no cogemos baja por maternidad. Desde mi punto de vista como roedor, lo más interesante fue el vídeo que proyectaron sobre las bondades de la empresa, y eso porque salían imágenes de Central Park. Cuando me aburrí de atisbar las diapositivas de powerpoint por las rendijas del bolso me arrebujé en mi cola y eché una breve siesta para recuperar el sueño perdido.

Al despertar, mi ama iba camino de otro departamento. La escuché saludar titubeante a un par de personas que resultaron ser sus supervisoras, y estas le dieron la bienvenida muy amablemente. Después la invitaron a comer por el Village - cosa que me indignó un poco porque yo no pude probar nada – y finalmente le dieron la tarde libre porque no sabían qué hacer con ella. 

A pesar de que yo me quedé con ganas de curiosear un poco más por aquel lugar, creo que mi ama agradeció salir antes porque los zapatos la estaban matando. A quién se le ocurre llevar zapatos nuevos el primer día. O llevar zapatos, en general. No sé qué voy a hacer con ella.