lunes, 24 de septiembre de 2012

Suceso desconcertante

Ayer, al despertar de la siesta, escuché que mi ama y su compañero entraban en el apartamento. Habían salido a comer un par de horas antes así que me esperaba que regresasen en cualquier momento. Sin embargo, cuando llegaron les acompañaba un tercer homínido al que no llegué a ver bien.

La visita fue inusitadamente breve. Oí que dejaban varias bolsas sobre la mesa de la cocina y se despedían de él con muy poca efusividad. Pensé que quizás se tratase de un amigo del compañero de piso de mi ama, pero él también lo saludó con cordial frialdad.

Cuando me asomé a la ventana observé que el hombre salía del portal y se alejaba empujando un carro vacío. ¿Sería quizás un vagabundo? ¿Qué hacía entonces en casa?

Unos minutos más tarde descubrí que mi ama y su compañero habían ido a hacer la compra. Compra con entrega a domicilio. Lo que pasa es que, en este barrio, eso significa que un paisano te viene persiguiendo - literalmente - con tu carrito lleno hasta rebosar y te sube las bolsas hasta tu apartamento.

¡Me lo pido para la próxima vez que vaya a recoger bellotas!