lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Bo Nadal!

Después de timar a un taxista neoyorquino, saltarse inadvertidamente una fila de control de pasaportes, ser la primera en la cola de facturación (¡con cuatro horas de adelanto cualquiera llega el primero!), tomar el último chai latte del año, desearle feliz Navidad a todo bicho viviente, garabatear unas cuantas palabras y dormir menos de tres horas, mi ama y yo hicimos nuestra entrada triunfal en territorio nacional. Claro que yo todo esto me lo perdí por estar encerrada en la maleta.

El caso es que, para bien o para mal, ya estamos de regreso como cierta marca de turrones de toda la vida, y al parecer estamos en fiestas, con lo cual aprovecho que mi dueña está atontada por culpa del jetlag para robarle el portátil y desearles a todos los ojos que me leen que las pasen con tanta felicidad como esta ardilla fuera de su Samsonite.